Miguel Benasayag: "La tecnología ha construido otro mundo, ya vivimos en una 'nueva casa' y la mudanza incluye a nuestro cerebro"

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En una entrevista con Infobae, el filósofo y especialista en neurofisiología habló sobre su último ensayo. “No basta con exigir que haya un humano al lado de una máquina. Hay que entender cuál es la complementariedad entre ambos”, plantea

 

Miguel Benasayag, filósofo, psicoanalista, y uno de los investigadores en neurociencias que más debate genera -por sus estudios acerca de los efectos de las nuevas tecnologías en el ser humano- se hace preguntas similares a la de otros pensadores. En este tiempo, la vida aparece como más precaria, inestable, e insegura. Desde su casa en Francia, a través de una videollamada, reconoce que es un contexto de dudas frente a la “colonización algorítmica” y los desastres ecológicos en curso.

“¿Cómo reivindicar la justicia social, cuando el crecimiento que se supone la hace posible, es uno de los vectores de la destrucción?”, se pregunta en su más reciente ensayo, Contraofensiva. Actuar y resistir en la complejidad, publicado por Prometeo y coescrito con el periodista Bastien Cany.

Benasayag hace décadas que dejó de ser aquel combatiente del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Tras una militancia de diez años, que incluyó años de prisión, heridas y cicatrices de todo tipo -tiene un libro sobre esto, La vida es una herida absurda- se exilió a París en 1978, donde amplió sus horizontes desde el campo de la filosofía, el psicoanálisis y la neurofisiología. Continuó como activista en proyectos sociales y comunitarios, pero lejos de la vía guevarista o de cualquier proyecto vinculado a un acceso directo al poder.

“El tablero cambió. Es mucho más complejo, pero eso no implica volverse cínico ni abandonar la ética”, señaló el intelectual, en una entrevista con Infobae desde el otro lado de la comunicación.

Benasayag identifica que “hoy domina la postura hipermoderna”, que plantea como sociedad un proyecto tecnológico e instrumental sin límites. “Todo está enfocado en hacer planes para el futuro. Milei, por ejemplo, habla desde ese paradigma: “Pasen hambre ahora, que en el futuro todo estará bien”. Frente a eso, debemos liberarnos de ese futuro que esclaviza el presente”, considera.

Sin embargo, para el autor, “no hay nada que permita afirmar que podemos cambiar la relación de fuerzas para parar un poco la destrucción de la vida, de la cultura, de lo humano”. “Está muy jodida la cosa porque, por el momento, el horizonte está insuperable. No veo ninguna posición teórica o práctica que, de manera seria, señale un camino claro para revertir esta situación”, afirma, tajante. Es que, según su pensamiento, el mundo atraviesa una crisis estructural terminal, que se define por el hecho de que “destruimos más de lo que producimos”.

“A pesar de todo, debo decir -continúa- que no sabemos si, incluso haciendo buena letra, será evitable un desastre mayor. Hay que ser serios, tenemos que bancarnos eso. Que cualquier profeta que venga con una promesa es al pedo”.

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