La historia del trotskismo en la Argentina

Es un lugar común, para algunos que se creen custodios del llamado ser nacional, señalar que el trotskismo es una ideología foránea, una doctrina pensada por y para otras latitudes, sin dudas, y acaso también otros tiempos; que sus categorías no sirven para entendernos ni para organizar un país posible para nosotros. No es ilógico este encontronazo. En contraste, podemos ver que el propio Trotski impugnaba en La revolución permanente a Stalin su inconsistencia a este respecto: Recordemos, ante todo, que Stalin formuló por vez primera la teoría del socialismo en un solo país en el otoño de 1924, en abierta contradicción, no sólo con todas las tradiciones del marxismo y de la escuela de Lenin, sino también con los criterios sostenidos por el propio Stalin en la primavera del mismo año. (...) El “error” de Stalin tiene exactamente el mismo nombre que el de la socialdemocracia alemana: se llama socialismo nacionalista. El marxismo parte del concepto de la economía mundial, no como una amalgama de partículas nacionales, sino como una potente realidad con vida propia, creada por la división internacional del trabajo y el mercado mundial, que impera en los tiempos que corremos sobre los mercados nacionales. 

 

 Y sin embargo, como el psicoanálisis, Los Simpsons o Los Ramones, el trotskismo es ya –hace largo tiempo– una tradición nacional, cuya asimilación cultural habla de nuestro país. Tanto por cómo pudo ser la recepción de ello, como por lo que hicimos con el fenómeno importado. Revisar su historia es revisar la historia argentina. En los novedosos ensayos compilados por Hernán Camarero y Martín Mangiantini, este carácter se anuncia desde el título: El trotskismo en la Argentina. Estudios para una historia política, social y cultural. Como no podía ser de otra manera, aquello que sucede a un movimiento político, así tenga un horizonte y una praxis inherentemente internacionalistas, está ligado a las condiciones donde este se desarrolla. El trotskismo argentino es atendible bajo una doble pinza: como instancia de una doctrina global, enfatizando el éxito (siempre relativo, pero llamativo y, en mayor o menor medida, de considerable gravitación) que tuvo en Argentina, y también como un programa dúctil, que refleja en sus debates los problemas, desafíos y horizontes de sentido para nuestro país todo. Esta coordinación se hace transparente desde el índice: 

 

  1. Nuevas perspectivas en torno a la historia del trotskismo en la Argentina Hernán Camarero y Martín Mangiantini

 

  1. En búsqueda de los orígenes del trotskismo: La Oposición de Izquierda desde los años veinte Hernán Camarero

 

  1. Los vínculos entre el trotskismo y el mundo sindical hasta 1943 Diego Ceruso

 

  1. Liborio Justo: su trayectoria política e intelectual durante la “década infame” Constanza Bosch Alessio 

 

  1. Posicionamientos y debates de los trotskistas ante la emergencia del peronismo: liberación nacional y movimiento obrero Alicia Rojo 

 

  1. El trotskismo en el socialismo: entrismos, presencias y confluencias Carlos Miguel Herrera 

 

  1. El intelectual y el partido: Milcíades Peña, Nahuel Moreno y los debates teórico-políticos en los años cuarenta y cincuenta Hernán Camarero 

 

  1. Un recorrido por la corriente posadista: sus prácticas militantes en el movimiento obrero Carlos Mignon 

 

  1. De Palabra Obrera al Partido Socialista de los Trabajadores: la corriente morenista como identidad y subcultura militante Martín Mangiantini

 

  1. La génesis de Política Obrera: del MIR-Praxis de Silvio Frondizi a la fundación de una nueva organización Javier Díaz

 

  1. Ante el gobierno peronista, la lucha armada y el conflicto social: las posiciones del PST Alejandro Schneider 

 

  1. Mujeres trotskistas devenidas militantes feministas: experiencias, nudos temáticos y luchas Mabel Bellucci 

 

  1.  Bajo la última dictadura: Los partidos trotskistas frente a la clandestinidad y la represión Martín Mangiantini 

 

  1. El trotskismo y el movimiento de mujeres en la historia reciente Natalia Casola 

 

  1. El Movimiento al Socialismo en la conflictividad laboral y la organización sindical durante los años ochenta Leandro Molinaro

 

  1. La experiencia de Zanón: trotskismo y movimiento obrero en los albores del siglo XXI Fernando Aiziczon

 



 

Hacia fines de la década del veinte, y con más claridad desde los años treinta, germinaron los primeros y diminutos frutos de lo que terminó galvanizándose como una nueva expresión de izquierda inspirada en los peculiares sucesos acaecidos en la experiencia de la Revolución rusa: el trotskismo. Esta nueva oferta político-ideológica nunca desapareció en la Argentina, sólo se propagó a lo largo de nueve décadas. Sobre este fenómeno nos queremos detener. (...) Cultura de oposición anticapitalista y antiburocrática, marxismo clásico y principismo elemental, intransigencia doctrinaria, radicalismo político, obrerismo acendrado y un discurso basado en la urgencia revolucionaria son algunos de los rasgos tantas veces señalados de una corriente que tuvo vida en múltiples países. Nacido como una suerte de comunismo disidente, el embrionario trotskismo se forjó sobre una doble diferenciación: impugnando la perspectiva reformista que veía encarnada en la socialdemocracia, aquí reflejada por el viejo PS de Juan B. Justo y, a la vez, denunciando lo que definía como la degeneración y el curso finalmente reaccionario y “termidoriano” asumido por el régimen soviético, la Internacional Comunista y los distintos partidos que la constituían tras la muerte de Vladimir I. Lenin, lo que en la Argentina se expresó en el PC dirigido por Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi.

 

Se trata de dos historias, por lo dicho, cuya actualización y relectura siempre es menester. Porque tanto la Argentina como el trotskismo, más allá de toda amenaza, siguen vivos. El trotskismo en la Argentina. Estudios para una historia política, social y cultural, es entonces un libro de importancia capital, por lo que fue, es y será de nosotros, en tanto argentinos, y por el devenir de un movimiento cuya fecundidad en nuestro suelo ha demostrado no agotarse todavía, y nos implora que leamos para entender su capacidad de reinventarse y adaptarse, como pensamiento cosmopolita, en función del presente nacional.