Iván Pinto Veas analiza tres casos cinematográficos en "El pueblo en disputa"

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El trabajo abrir la discusión sobre la categoría "pueblo" en base a films de Glauber Rocha, Raúl Ruiz y Luis Ospina.

“Este libro busca abrir y profundizar una discusión en torno a la categoría ‘pueblo’ a la luz de tres casos cinematográficos latinoamericanos que pertenecen al período 1960-1970. Me refiero a tres casos emblemáticos como son las películas Tierra en trance,  de Glauber Rocha (1967, Brasil); El realismo socialista, de Raúl Ruiz y Valeria Sarmiento (1973/2023, Chile); y Agarrando pueblo, de Luis Ospina y Carlos Mayolo (1977, Colombia), de las que busco realizar un análisis comparativo”. Las palabras del crítico de cine, docente e investigador chileno Iván Pinto Veas en el prólogo de su libro El pueblo en disputa – Debates estético-políticos desde Glauber Rocha, Raúl Ruiz y Luis Ospina son claras y directas. Recientemente publicado por la editorial Prometeo y disponible en librerías argentinas, el volumen de formato académico resulta accesible por fuera de los claustros gracias a una escritura tan transparente como sus intenciones. Una que el autor redondea en la introducción al transmitir sus intenciones de “visualizar como estos films critican y proponen una categoría de ‘pueblo’ que toma distancia o problematiza las definiciones que se venían realizando en el cine político en el período de estas dos décadas”.

De esa manera, la obra maestra de Rocha, que sufrió graves problemas de censura en su país durante la dictadura de Artur da Costa e Silva, el largometraje de Ruiz y Valeria Sarmiento, recuperado y restaurado en un corte de 78 minutos hace poco menos de dos años, y el cortometraje del colombiano Ospina en colaboración con Mayolo, ejemplo cabal de lo que suele llamarse falso documental, son los tres pilares a partir de los cuales Pinto Veas construye su hipótesis en busca de nuevas ideas para “pensar la relación entre imagen y política”. En comunicación con Página/12 desde Santiago de Chile, el autor recuerda que, en el origen de su volumen está la tesis de posgrado, “aunque pasó un buen tiempo antes de que adquiriera la forma de libro". "Creo que lo que me empujó a pensar la idea de publicarlo fue el estallido social de Chile en 2019, pero el origen de todo es el impacto profundo de estas tres películas particulares. Tres films que encarnan una crítica particular a ciertos esquematismos del cine político de los '60 y '70 y que, personalmente, nunca me soltaron luego de que los vi por primera vez”.

 

-Se trata de películas que, más allá de sus evidentes valores cinematográficos o precisamente por ellos, nunca pierden vigencia.

-En mi memoria estas películas se iban actualizando y siempre tienen que ver con el presente, porque no pertenecen al pasado sino que apuntan hacia adelante, señalando problemáticas persistentes y recurrentes aún hoy en el cine latinoamericano. Las preguntas que laten en esas películas sobre el horizonte político, la forma cinematográfica, la representación de los colectivos y los intelectuales, las políticas de la imagen, siguen teniendo sentido. Luis Ospina hablaba siempre del porno-conflicto, de las películas que lo actualizaban. Ahora tenemos el caso del largometraje de Jacques Audiard, Emilia Pérez, una película europea que filma cierta Latinoamérica bajo determinados esquematismos y legitimaciones. El film podrá ser bueno o malo, pero el problema ético respecto de la representación se mantiene. Me parecía que había resurgido cierta discusión desde la teoría, la filosofía, con varios títulos publicados alrededor del concepto de “pueblo”. Y estas películas justamente permiten mirar esta idea, este concepto, esta categoría que puede dar para todo: para un sustancialismo fascistoide, una cosa folklórica o un populismo cuestionable. Esas películas movilizan esa idea y la cuestionan desde una mirada más latinoamericana. Tenemos parte interesada en esa discusión y también tenemos herramientas para discutir.

 

-Tierra en trance pone en tensión muchas cuestiones ligadas a la política y su representación en el cine, el pueblo y sus líderes, y varias escenas e ideas podrías extrapolarse a las realidades latinoamericanas del siglo XXI.

-Recuerdo que en mis épocas de estudiante nos pasaban películas de Glauber Rocha y me excedían un poco. Creo que es algo que suele ocurrir, pero al ir creciendo me fueron llegando más. Tierra en trance en particular comenzó a crecer gracias a un seminario que hice con Gonzalo Aguilar, quien de alguna manera me dio una llave para entrar al cine de Glauber Rocha. Es interesante porque está filmada después de un primer período en su filmografía, tal vez más neorrealista, con esas imágenes e historias del sertão. Con Tierra en trance quiso hacer un film más alegórico, teatral incluso, con muchos elementos brechtianos pero también artaudianos, esos dos modelos. Y otra vía, desde luego, porque si el de Pino Solanas y Octavio Getino en La hora de los hornos es un esquema representacional discursivo, racional, sobre los grandes procesos históricos que determinaron la cultura del subdesarrollo, Rocha encontró en Tierra en trance las figuras alegóricas precisas para dar cuenta de un sentimiento, un pathos, un ser latinoamericano en el siglo XX. Ese ciclo sin fin de utopía-barbarie, revolución-dictadura, que es interminable. Son cuestiones que siguen siendo actuales y pertinentes, al punto de que muchos cineastas contemporáneos siguen tomando elementos retóricos y discursivos de esa película. Una película bisagra que mira el agotamiento de lo anterior sin dejar de mirar hacia el futuro.

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