Rosario y las fuerzas de seguridad

 

 

Rosario y las fuerzas de seguridad

En campaña, hace sólo un par de meses, el ahora presidente Javier Milei aseveró -de manera taxativa, como acostumbra- que entre la mafia y el Estado él prefería la mafia, no sólo por el hecho contingente de que esta, a diferencia de aquel, tiene valores, sino porque estas aceptan competencia, a diferencia del Estado que se arroga el monopolio de la fuerza. Este tren de pensamiento nos dice mucho acerca de cómo el presidente concibe la política en general y la seguridad en particular; según él, podríamos conjeturar, las bandas narcotraficantes de Rosario son un actor dinámico del mercado, a diferencia de las fuerzas de seguridad que dependen de aquella otra organización criminal que destina fondos públicos para sus salarios. No obstante, la ministra de seguridad del gobierno tiene evidentemente una visión muy distinta del asunto: son ellos o nosotros y la disyunción exclusiva no sólo se posiciona en favor de las fuerzas de seguridad, sino que apunta a consolidar para ellas un poder irrestricto sobre las mafias, expresado cabalmente en un video donde se muestra un operar a lo Bukele.

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En el 2010 Marcelo Fabián Sain publicó en nuestra editorial un libro que nos puede ayudar a pensar por qué el gobierno habría querido importar este método y, sobre todo, por qué hay que pensar para la policía un proyecto de seguridad, dada la posibilidad de que este tópico decida de alguna manera el destino político de la nación: Frente al evidente agotamiento del modelo estadocéntrico de crecimiento hacia adentro, el progresismo se quedó sin discurso y sin planes. El resultado fue una década de hegemonía neoliberal, con los resultados por todos conocidos. El riesgo, ahora, es que la inseguridad ocupe el lugar que en el pasado ocuparon el déficit fiscal y la ineficiencia del estado. De hecho, es lo que ya está pasando en muchos países, como en El Salvador o Guatemala, donde las propuestas de mano dura cosechan cada vez más votos. El libro es La reforma policial en América Latina: Una mirada crítica desde el progresismo, y resulta fundamental para repensar qué tipo de respuesta es posible frente a una ciudadanía que exige soluciones en la materia con la necesidad que hoy lo hace el pueblo rosarino.

Dice Sain con toda claridad que refundar la policía es refundar la política, y señala al mismo tiempo el principal problema para tal refundación, que no deriva tanto de las tradicionales resistencias policiales sino, más bien, del recurrente rechazo de la dirigencia política latinoamericana a apropiarse del gobierno de la seguridad. Esta falta se debe, asegura el autor, al hecho de que en muchos sectores de izquierda todavía persisten traumas históricos asociados a dictaduras y la represión policial. Como este libro, resulta -si no fundamental- al menos útil para pensar el presente toda nuestra colección de Estudios Policiales, donde los problemas inherentes y actuales a las instituciones involucradas en la seguridad nacional son puestas bajo la lupa, obligándonos a repensar aquello que -siguiendo a Sain- tal vez esquivemos como objeto de reflexión.

 

Ya no estoy aquí (2019) / de Fernando Frías de la Parra

Ulises es un adolescente mexicano de la ciudad de Monterrey. Él, junto a sus amigos, son fanáticos de la cumbia rebajada, un género popular de la cultura urbana Kolombia que, como su nombre expresa, es cumbia pero como si fuera en cámara lenta. La escuchan, la bailan, con vestuarios estampados y coloridos; un paisaje inmenso de sierras y casas amontonadas de fondo. “Lejanía” de Lisandro Meza acompaña el baile de la larga noche, conviviendo con la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico en México y en los barrios populares de la capital de Nuevo León. Los abrazos, los besos y las calles se interrumpen por enfrentamientos entre carteles. Uno de ellos, llamado Los F, comete un ataque letal contra Los pelones, una banda rival de cholos del barrio donde viven Los Terkos. Por casualidad y por error, Ulises está presente en el crimen y uno de los integrantes de un cartel lo identifica y amenaza de muerte a él y a su familia. Los procesos propios de un adolescente, una crisis existencial, el alejamiento de su entorno, los amores y desamores, una amenaza real donde se pone en riesgo su vida hacen pensar a Ulises cuál es o cuáles son las formas para superar la oscuridad y la crueldad del mundo. Ulises  tiene que salir huyendo de su barrio para comenzar a atravesar la frontera, desembocando finalmente en Nueva York.

Un retrato de la frontera entre México y EE.UU. Aquella línea divisoria y difusa que conforma la frontera: un espacio indefinido e impreciso, de tránsito, descampado y desnudo, hostil. La película toma como ejes políticos y articuladores a la violencia, las fronteras y los muros como líneas divisorias, los movimientos poblacionales, la desidia, el frío, el desierto, la quietud y la soledad. Pero a su vez recupera a la ciudad como espacio de encuentro, de deseo: un ritmo y una melodía que, como la danza de Ulises y sus amigos, no se apaga.

Aquella frontera aleja, divide lenguajes y experiencias, arrasa con vidas a raíz de esas diferencias. Observamos una autopista y recorremos junto con el protagonista aquel deseo por encontrar un hueco, un haz de luz en esa pérdida, en dejar su pueblo atrás. Salir al mundo, crecer, sostener, poner el cuerpo. ¿Cómo interpretar un cuerpo en otro idioma, traducirlo? ¿Cómo bailar en otro idioma? Recomponer y reconstruir, dejando en evidencia todas las fronteras y líneas divisorias que dejan incompletos los cuerpos, las historias. La película pone en evidencia la violencia institucional presente en esos espacios ambiguos que no son ni una cosa ni la otra, donde no hay leyes ni reglas, donde no hay idioma que valga, ni un hogar a donde ir: el cruce de un país a otro se vuelve peligroso e inhabitable. Ese no-lugar como la conjunción del paisaje mexicano, de lo marrón, del polvo, de lo seco, de lo violento, y lo estadounidense, vidriado, alto, cosmopolita, privado, ajeno. Cumbia, gritos, juegos, risas, árboles, malezas en movimiento, viento, silencio, voces en español, el sonido de una ametralladora, una ruta, un escondite. Del otro lado, una ciudad, una chica de su edad, una amistad, otro idioma, otro ritmo, otra melodía. Ulises lleva en su bolsillo un mp3 que su amiga le dio de regalo en México, dejando ver un no dejes de bailar, no te olvides de la música. Quizás Ya no estoy aquí sea un halo de esperanza: la música como una promesa, como una posibilidad.

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