Philippe Urfalino: “Una de las características de la democracia es que los ciudadanos pueden protestar”

Compartir

Philippe Urfalino: “Una de las características de la democracia es que los ciudadanos pueden protestar”

  • Es un experto francés en filosofía social, democracia participativa y política cultural.
  • Ha estudiado los movimientos llamados asambleístas como Los Indignados, Occupy Wall Street, Nuit Debut en su oposición a la idea de representación.

Entre las formas de participación ciudadana y la democratización de la cultura se construye la obra de Philippe Urfalino. Sus textos piensan la democracia como sistema a partir de los procedimientos participativos en conflicto con la institucionalidad de los modos de representación pero también como un elemento estratégico para ampliar los sentidos y las decisiones deliberativas. Sobre estos temas giró el seminario que el investigador francés dictó en el Centro Franco Argentino de la UBA, la institución que lo invitó para exponer sus producciones teóricas.

Urfalino que es profesor del École des hautes études en sciences sociales de París pudo realizar durante su visita a Buenos Aires una presentación tardía de su libro La inversión de la política cultural, escrito en los años 90 y publicado en el 2022 en la Argentina por la editorial RGC. Allí el sociólogo francés reconstruye un período que va desde la creación del ministerio de cultura en el gobierno de Charles De Gaulle, a cargo del escritor André Malraux en 1958 hasta la etapa en que esa cartera estuvo a cargo de Jack Lang con la llegada al poder de François Mitterrand en 1981. Las Casas de cultura de Malraux son vistas como espacios dispuestos para la distribución de un capital simbólico que iba a posibilitar la autonomía de la cultura de los avatares políticos.

–En su libro Cerrar la deliberación (Editorial Prometeo) usted realiza estas preguntas: ¿De qué manera los ciudadanos pueden influir en el gobierno? ¿Se logra mayor influencia con la toma del espacio público? ¿La participación política siempre está ligada a momentos altamente conflictivos?

–No tengo una idea clara sobre el hecho de que el conflicto asegure una mayor influencia. Tenemos varios ejemplos en los que hay una movilización muy fuerte en el espacio público y esto puede tener un impacto, ya sea sobre la evolución del gobierno, ya sea sobre las políticas públicas pero también hay casos donde incluso movilizaciones fuertes no llegan a ningún cambio, excepto por lo que impactan en la memoria militante. Sin embargo pensamos en el conflicto porque es propio de la democracia, una de las características de la democracia es que los ciudadanos pueden protestar. Cuando evocamos los procesos de democracia participativa tenemos en mente que vamos a encontrar algo parecido a la democracia directa pero esto es una ilusión.

La democracia participativa no consiste en tomar decisiones públicas, consiste en tomar la palabra, en reflexionar colectivamente, hacer propuestas y la influencia de estas propuestas sobre las decisiones del régimen político puede ser real pero siempre es incierta. Pero hay otra cosa igual de importante que es producir en los ciudadanos el sentimiento de participar en la vida pública. Es algo que puso en evidencia el gran pensador político británico Stuart Mill en el siglo XIX diciendo que la participación formaba parte de la formación ciudadana. La idea a la que llegué en mi investigación es que la democracia participativa y representativa no están en competencia. Los procedimientos de la democracia participativa son modalidades de la vida política de los que la democracia representativa tiene necesidad y, de cierta forma, los dispositivos de democracia participativa están más en competencia con los partidos políticos que con las asambleas legislativas

–¿No falta una instancia de articulación entre esas personas en la calle en asamblea y las instituciones de la democracia representativa?

–Me interesé mucho en los movimientos que se suelen llamar asambleístas como Los Indignados, Occupy Wall Street, Nuit Debut porque se oponían a la idea de representación y fueron muy serios en esto, fueron hasta el final de sus exigencias y de cierta manera mostraron la imposibilidad de prescindir de la representación. Por ejemplo: Nuit Debut, en una asamblea de cuatrocientas personas llegó a una posición y se preguntaron: ¿Esta posición de quién es? ¿Es solamente de las cuatrocientas personas que estamos reunidas aquí o de todo el movimiento Nuit Debut? El análisis de estos movimientos para mi es apasionante porque pusieron en evidencia problemas elementales del funcionamiento político. En primer lugar el de la formación de un cuerpo político porque para poder decir que una asamblea representa en un momento dado algo más grande, es necesario que podamos definir qué es eso más vasto y estos movimientos eran nada más que una sucesión de asambleas, las personas no tenían otro estatus que el hecho de estar presentes en la plaza.

 

 
 
 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Una publicación compartida de Institut français d'Argentine (@if_argentine)